Tengo la costumbre de pasear por Andalucía para contemplar la naturaleza y, buscar las flores, descubrir los escarabajos, admirar las aves, oler la tierra, degustar los aromas y sabores de las plantas, identificar las mariposas, escuchar el viento, sentir el aire y cuando voy a la mar, me inunda una paz infinita, de ver tanta hermosura. Por eso necesito Andalucía, porque es mi vida, es mi sangre, a ella le pertenezco y a nadie más, soy como una raíz de pinsapo, necesito la savia de Andalucía para crecer, la humedad de la tierra, sus olores, sus colores, su armonía, su frío y calor y sobre todo el aroma salvaje que posee su naturaleza exclusiva, indómita, desconocida, bella y tangible. Necesito que mi mirada se pierda en el horizonte y se confunda con el color naranja, rojo, ocre del atardecer del Poniente Granaino y busqué en mis sueños del pasado y presente una esperanza nueva, para vivir en armonía con lo que pienso y siento. Comprendo que me acostumbré al paisaje del olivar, a las montañas nevadas, a las estepas, al desierto Almeriense, a las dehesas, a los almendrales, a los maises verdes, a los ondulados y escasos cereales,…, pero he nacido aquí, en Andalucía y en mis venas llevo sangre andaluza. Pero cuando has nacido entre las montañas nevadas y la alta meseta, se te clava en tus genes como una espá, el horizonte, los amaneceres y atardeceres, las lunas llenas, los tomillares, el agua fresca, los morales y los castaños inmensos, los acerolos, las nisporas, los almencinos, los servales, los almendros en flor, las amapolas, el vuelo de la perdiz, la carrera de la liebre, el juego del conejo, el majestuoso planear de las rapaces y la genuina sabiduría de tus antepasados por la lealtad, la entrega, el trabajo, la honestidad, la rebeldía, la libertad y Andalucía. Eso me hace comprender a quienes abandonan su país y cambian de nombre, de costumbres, y se van para vivir en otro mundo descabezado, sin aroma, sin olor, sin sabor, sin paisaje, sin horizonte y lloran por un pedazo de tierra. Por eso no soporto la agonía, la ambición, el porte humillante de la riqueza económica, la superioridad de la piel blanca, el beneficio, lo ostentoso y esa manifiesta arrogancia del norte por ser la raza superior, cuando no tiene nada que ofrecer a la naturaleza, a la humanidad y al futuro. Porque si algo he aprendido y comprendido de mis antepasados, de mi tierra, de mi país, es la naturalidad de ser lo que somos, andaluces. Algunos presumen de animales de compañía, de patios o cercas labrados, de una manifiesta profesión, de auténticos coches de carreras, de la torre en la urbanización, del jamón de bellota, de la cocina espanzurrá y de ser comunicadores de exclusivas palabras. Pero todavía no he caído en la trampa de sentirme preso, ni siquiera de Andalucía, mi mirada no se pierde, ella encuentra verdaderos tesoros y los guarda para compartir, sin beneficio, lo que me hace sentirme libre y natural.

En uno de mis viajes me he encontrado a un hombre de avanzada edad, de unos noventa años, moreno de piel, pelo y barba entrecana, los ojos del color de la miel, de esos que te abarcan y ríen, de una estatura mediana, delgado, pero con la fibra muscular prieta todavía; vestía sin boato alguno, con un pantalón ancho y gris y una camisa de color verde pálido, con un bordado en el bolsillo, con gafas para media y corta distancia, de metal y unas sandalias de cuero trenzado en color natural. Su idioma de la Baja Alpujarra le hace ser más cercano a mi persona, me pregunta si le entiendo y su palabra sosegada me explica que no es católico, que no es musulmán, ni judío, ni budista, solamente ha sido un exiliado económico durante innumerables años en otro territorio fuera de la Alpujarra y tuvo volverse porque no quiso hablar otra lengua que no fuera la suya. Eso le hizo comprender que existían otros idiomas, otras costumbres y empezó a ahondar en la suya propia, en la historia, en la filosofía, en la cultura y fue allí donde encontró la única riqueza que posee, la sabiduría. Había pensado en el exilio, que de nada servía saber el color de la tierra, su estado, su humedad, las nubes que traen agua, el poniente o el levante, el conocimiento de las semillas, la poda, los cambios de la luna, las sombras de las montañas, saber cuándo se siembra, percibir como corre la savia por los árboles, segar, barzinar, trillar, ablentar, hacer balates y de pronto reconoció el inmenso tesoro que tenía al reconocer lo básico para vivir y que se ha perdido para la humanidad.

Tejado de Huéneja-Granada

Pampaneira- Alpujarra - Granada

Patio de los leones-

La Almabra-Granada

Cortijo Archidona-Málaga

Detalle arte andalusí-La Alhambra-Granada

MAIMÓNIDES

En Córdoba, por las calles de la judería, cerca de la sinagoga mudéjar, vemos la estatua de Maimónides (rabí Moshe Ben Maimon). El gran sabio andaluz conocedor de la legislación rabínica, siendo una autoridad en la materia. Sus estudios se difundieron, sus escritos alcanzaron en la época medieval gran resonancia, donde rabinos, intelectuales y jueces consideraban su opinión en el tema legislativo y filosófico de gran valor.

Su procedencia era de jueces rabínicos, nació en el mes de marzo de 1135 (posiblemente nació al lado de donde se encuentra la estatua). De pequeño, su padre ya le enseñó la Torá y continuó con el aprendizaje de la caligrafía, árabe y hebrea, así como lexicografía y gramática hebrea; con posterioridad estudió el Talmud ("estudio, enseñanza” del texto principal del judaísmo rabínico). Su padre estudió en la Academia talmúdica de Lucena con los maestros Joseph ibn Migash e Isaac el-Fezí, los cuales influyeron en la educación y conocimientos de Maimónides. Dada la complejidad del Talmud, reagrupó los temas, aclarando comentarios e instrucciones, explicando el significado de los términos más complejos, para guiar a la comunidad en su vida diaria. A los trece años celebró su bar Mitzvá (adulto al cumplir los 13 años) siendo reconocido su gran nivel intelectual.

Cuando los almohades conquistaron Córdoba la familia emigró a Almería, viviendo nueve años, continuó con los estudios del hebreo, de la poesía hebrea y del árabe; posiblemente en esta época escribió su primera obra “Diccionario de Términos de la Lógica” en 14 capítulos, siendo una petición para explicar de forma clara el significado de la terminología técnica de la Lógica.

Cuando el 1157 los almohades conquistaron Almería, Maimónides con su familia emigraron a Fez; no se sabe el por qué Fez ya que allí gobernaban los almohades. Posiblemente los ben Maimón fueron acogidos por parientes y amigos residentes allí. En el siglo IX Fez acogió a muchos andaluces que huyeron de Al-Andalus; ciudad misteriosa y mística donde los ben Maimón vivieron; allí resplandecía la mezquita Qarawiyyin. Continuó con los estudios de medicina, basada en Galeno e Hipócrates en la teoría humoral.

Redactó dos libros, uno titulado «Extractos de Galeno» y otro «Aforismos médicos», haciendo un resumen de los 129 libros de Galeno, con la intención de que sirva como libro de consulta para los médicos de su época. Tuvo su apoyo en al-Farabi, aceptar la enorme capacidad que tiene la naturaleza de sanar por sí misma, no era muy partidario de medicar, menciona en sus tratados al médico andalusí Abu Marwan ibn Zuhr y sus pócimas mágicas.

Moshé estudió en Fez con el maestro Yehuda Ha-cohen, quien lo instruyó en matemáticas, astronomía, la lógica de al-Farabí, física y metafísica.  La filosofía, Moshé la centró en el razonamiento científico de Aristóteles.

Cinco años vivieron en Fez, la vida para los judíos se hizo difícil y peligrosa.  Maimónides fue condenado a muerte y la familia huyó a Ceuta y de allí a Akko (Acre) tierras bajo dominio de los Cruzados. En Palestina, él y su familia vivieron poco tiempo y continuaron su viaje hacia Alejandría, hacia el 1166.

Se trasladaron a al-Fustat, muy cerca de la nueva ciudad El Cairo en el barrio de Mamsusa, donde vivían tres comunidades; los caraítas, los babilonios y los palestinos, éstos dos últimos dentro de la corriente rabbanita. Los ben Maimón eran rabbanitas babilónicos.

Al poco de establecerse en al-Fustat, su padre falleció, supuso un duro golpe a los hermanos Moshé y David. David había emprendido un negocio comerciando con piedras preciosas. Maimónides comenzó a dar clase de matemática y lógica, ejerciendo de médico lo cual hizo que al-Qadí al-Fadil se fijara en él. Al-Fadil era el administrador y hombre de confianza del califa fatimí, quien lo convirtió en su protegido.

A nivel político a partir del año 1169, bajo el gobierno del rey fatimí al-´Adid, nombró visir al-Nasir Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub, más conocido en occidente como Saladino. Egipto quedó así bajo la protección de Nur al-Din, señor de Siria, cuyo representante era Saladino. Pronto mostró sus dotes de mando, tanto como estratega militar, así como hombre de la diplomacia.

Entre los años 1168 y 1170 Maimónides redactó su primera gran obra, «Libro de los mandamientos», Casi al mismo tiempo comenzó a redactar su segunda obra, llamada «Mishné Torá» o Repetición de la ley. Se trata de un código jurídico, una recopilación de la ley oral, incluyendo las ordenanzas, costumbres y decretos; obra que finalizó hacia 1177.Sin embargo, optó por lo más simple: explicar a la gente lo que tienen que hacer y lo que tenían que evitar.

Esta forma de vida y su ritmo acabó de forma drástica y dramática un día del año 1169. Cuando recibió la noticia de la muerte de su hermano pequeño, sufrió su ser un golpe tan duro que le provocó una enfermedad.

Se enfrentó a una grave crisis espiritual, que provocó un cambio radical en su pensamiento y su visión antropocéntrica del mundo se vino abajo.

» … los males que asaltan al ser humano como consecuencia de sus actos … esos males son consecuencia de los vicios … y causa de todos los trastornos psíquicos y espirituales. Estos trastornos se producen cuando el alma se acostumbra a cosas innecesarias y a pensar en cosas que no son necesarias, pues la supervivencia del individuo o de la especie se transforma en una segunda naturaleza del alma. Ese deseo no conoce límites. Las cosas necesarias son en realidad pocas en número. Las cosas superfluas son innumerables.» … “Nos lamentamos insatisfechos de nuestra imperfección. Nos acongojamos por males que nosotros mismos nos causamos y que atribuimos a Dios.» … «El hombre ha de saber cuál es su relación con el Universo.» … – escribió Maimónides.
Es muy interesante lo que piensa de «el mal», según él, no es algo real, sino que es carencia, en el sentido de la no presencia de «el bien». De esta manera, cuando enfermamos o estamos en escasez, es sólo algo aparente, ya que consiste en la no presencia de ciertas cualidades de la naturaleza. Esta filosofía metafísica es muy profunda.

Después de este oscuro año y medio y gracias a esta filosofía, logró salir de su melancolía y halló el equilibrio y lucidez. Esta transfiguración lo hizo más humilde, callado y con un perfecto auto-control.

Es muy probable que se casara por aquellas fechas, con la hija de un importante médico y funcionario del gobierno.

Hacia el año 1171 Saladino se convirtió en sultán de Egipto, puso  fin a unos 200 años de historia chií, realizó varios cambios, ya que el rito islámico sunni sustituyó al chií de los fatimíes.
Realizó cambios dejando en sus puestos a los principales visires, secretarios y administradores como al-Qadi al-Fadil, En cuanto a su relación con los judíos, nombró a Maimónides, para el cargo de ra´is al-Yahud, quien ocupó este cargo durante dos años, es decir, del 1171 al 1173 como jefe de los judíos que debía supervisar los matrimonios y los divorcios, las herencias y las deudas, la recaudación de fondos, debía nombrar a los jueces y tenía un número de funcionarios bajo su  supervisión. Cooperaba con los demás médicos de la corte ayyubí, que eran unos veinte entre musulmanes, judíos y cristianos. Atendió a oficiales del ejército, gente religiosa, jueces y altos funcionarios del gobierno. Se movía en la corte en el círculo de los poetas, visires, médicos, científicos y filósofos.

En el año 1172 redactó, en árabe, la epístola del Yemen.

Saladino en Egipto construyó hospitales, pagados con donaciones pías. Los enfermos recibían un tratamiento minucioso y personalizado. Los hospitales disponían de baños, fuentes, agua potable, con zonas diferenciadas para hombres y mujeres, las cuales estaban a su vez separados según sus enfermedades. Maimónides consultaba con los médicos de los hospitales y de esta manera podía estar al día de los últimos avances en medicina y farmacología.

Ocupó el puesto de ra´is al-Yahud hasta 1173. Después siguió siendo Gran rav, es decir, se consideraba la máxima autoridad de la ley judía. Tenía un inmenso conocimiento de la ley, era un sabio, un erudito. El cargo de Rav suponía emitir opiniones legales, presidía su propio tribunal, donde no sólo enseñaba la ley, sino que, junto a su grupo de juristas, podían adoptar decisiones legales.

Mientras todo esto estaba ocurriendo, seguía redactando con suma dedicación la Mishné Torá, la cual no concluyó hasta 1177.
Una vez finalizada, este código legislativo se difundió, con rapidez, desde Francia hasta el Yemen, Magreb e Irak.

En 1174 murió Nur el-Din señor de Siria. Ese mismo año falleció Amalrico I rey de Jerusalén. Saladino se vio libre para conquistar Siria y unificar de esta manera el mundo musulmán en Oriente frente a los cruzados. Sin perder tiempo, marchó hacia Damasco.  Dejó como gobernador a su hermano Malik al-Adil, quien gobernó junto a al-Qadí al-Fadil. Hasta el 1182.

Durante estos años Maimónides tuvo una vida muy activa. En una de las muchas cartas que escribió a su discípulo Joseph ben Yehuda ibn Aqnin, le contaba:

» Sabed, hijo mío, que las dignidades y cargos honrosos de los judíos son en nuestros tiempos cosas que no considero ni felicidad ni bienes deseables ni males menores, sino tareas arduas en extremo, agotadoras y gravosas… » -» … debes saber que me he convertido en el médico de los mientes, del magistrado jefe, de los emires, de la casa de al-Fadil y de otros grandes dignatarios del gobierno … y puedes imaginarte lo inaccesible y distante que ello me coloca de las personas normales y corrientes. Esta ocupación me obliga a pasar el día en El Cairo atendiendo a los enfermos. Cuando regreso a Fustat, todavía debo pasar, con independencia de la hora, mucho tiempo rebuscando entre mis libros de medicina la información que necesito. … Por eso no tengo tiempo para estudiar la Ley y sólo durante el shabbath puedo dedicarme al estudio de las Escrituras…» 

» … Yo vivo en al-Fustat, mientras que el sultán reside en El Cairo … debo visitarle cada mañana … me traslado a diario a El Cairo al rayar el alba y no regreso sino a primera hora de la tarde … rendido de hambre. Encuentro los lugares de espera de mi casa repletos de gente … me apeo de mi montura, me lavo las manos … después los atiendo, redacto las recetas y les aconsejo sobre el tratamiento de sus dolencias, no cesando la gente de entrar y salir de casa hasta el atardecer…» 



Como médico, decía que los tratamientos debían ser personalizados y que la implicación de la familia y amigos era fundamental para la pronta recuperación del enfermo. Daba indicaciones sobre la dieta y otros cuidados para los familiares. «No se trataba de curar la enfermedad, sino a la persona enferma.» 
Maimónides ya en edad adulta redactó sus tratados de medicina, como el tratado sobre la erradicación de la pena, vivir en armonía con la naturaleza. La tristeza es un dolor psíquico generado por la pérdida de los seres queridos. Dicha pérdida es algo natural, el hombre debe recuperar su equilibro emocional.

A nivel personal, vivió su mayor alegría en 1184 cuando nació su hijo Abraham.

La actividad intelectual no había concluido aún, hacia 1185 escribió otra gran obra fundamental para el estudio de la religión judía, se trata de «La guía de los perplejos». 

Entre 1182 y 1184 Joseph ben Judah estuvo en al-Fustat, se convirtió en su discípulo más querido al que consideraba como un hijo. En un momento determinado se percató de la capacidad de discernimiento de su aventajado alumno, y decidió revelarle los secretos que entrañaban los libros proféticos. Sin embargo, hacia 1185 Joseph ben Judah se marchó a Siria y Maimónides lo siguió instruyendo enviando sus enseñanzas en diversos capítulos y así se creó la «Guía de los perplejos».

En esta guía explica los nombres y términos que aparecen en los libros proféticos, así como las alegorías o metáforas ocultas que en ellos aparecen. Según Maimónides, desvelar el significado de los términos y las metáforas proporcionarían al lector una sensación de paz y ésa era la intención suya. En el momento en que el estudioso fuera consciente de la compatibilidad de la ley con la filosofía, sería porque había entendido el verdadero significado de la ley y se le habría revelado la auténtica naturaleza de la filosofía. Ya no estaría más perplejo.

Maimónides, tuvo una actividad intelectual fuera de serie. Sus escritos conservados, alcanzan unos treinta y ocho textos, casi todos en lengua árabe. Muchos de ellos siguen perdidos o aún no se han encontrado. Otros textos, como cartas, documentos, comunicados oficiales, contratos, aparecieron en la Genizah de El Cairo de la sinagoga de Ben Ezra. Hoy en día se conservan en diversas bibliotecas inglesas.

El acontecimiento político más importante que vivió fue la conquista de Jerusalén en 1187. Saladino entró victorioso el 2 de octubre, después de un pacto con los cruzados. Saladino había logrado, por fin, unificar los territorios musulmanes Egipto, Siria y la alta Mesopotamia. El reino de Jerusalén había quedado liberado. La conquista de Jerusalén fue una alegría para los judíos, porque a partir de entonces se les permitió residir allí.

En 1193 murió Saladino con tan sólo 55 años y fue enterrado junto a la mezquita Omeya de Damasco.  En esa época volvió a asumir el cargo de ra´is al-Yahud. Si bien ahora ya se sentía bastante cansado debido a su edad. Redactó un libro de medicina para un hijo de Saladino y otro para un sobrino. Fue médico de al-Aziz, sin embargo, hacia el año 1200 estaba ya enfermo y debía pasar mucho tiempo en cama, de ahí que no pudiera visitar a diario al sultán. Le dedicó entones un tratado «Sobre la causa de los síntomas». La enfermedad puede que se agravara debido a la gran hambruna que sufrió Egipto entre el 1201 y 1202, que fue seguida de una epidemia. Maimónides moría a los 69 años el 13 de diciembre de 1204.

Hoy en día sus libros siguen vigentes, hospitales y universidades llevan su nombre y su tumba en Tiberiades, en la costa del Mar de Galilea.

BIBLIOGRAFÍA: 

– «Maimónides, vida y enseñanza del gran filósofo judío» Joel Kraemer. Editorial Kairós 2010
– «Historia del pensamiento en el mundo islámico» Miguel Cruz Hernández. Editorial Alianza 2000
– «Maimónides» Abraham J. Heschel. Editorial Muchnik Editores 1984
– «Las cruzadas vistas por los árabes» Amin Maalouf. Alianza editorial 1983
– Maimónides VIII centenario» Historia – revista nº344 – 2004
– «Historia de España» tomo VIII-3. R. Menendez Pidal. Editorial Espasa

 

Maimónides- Médico, filósofo, pensador cordobés- judería de Córdoba

Albaicín- Granada

Sierra Nevada-Veleta,Mulhacén y Alcazaba-Granada.

Alhambra-Granada

Córdoba- Puente romano y Mezquita.

Jardines de la Alhambra (Granada)

Arcos de la Alhambra (Granada)

Sierra Nevada (Huéneja-Granada)

Calzando la mula (Huéneja)

Molino de Pedro (Huéneja)

Sierra Nevada (Granada)

Atardecer (Sierra Nevada)

Sierra de Cazorla       ( Jaén)

Sierra de Cazorla (Jaén)

¿Pero quién fue Al-Gafequi? De nombre completo Muhammad Ibn Qassoum Ibn Aslam Al-Gafequi fue uno de los muchos personajes importantes vinculados con la historia de Córdoba. Fue un importante oculista especializado en las operaciones de cataratas y otras enfermedades oculares relacionadas con el iris.

Nació en Belalcázar, pueblo al norte de la provincia de Córdoba y, aunque desconocemos el año de su nacimiento, sabemos que falleció en el año 1165 en Córdoba, ciudad donde pasó gran parte de su vida. En Córdoba estudió para luego perfeccionar sus conocimientos en Bagdad. Finalmente regresó a su tierra natal para ejercer su profesión.

Uno de sus grandes logros era realizar las primeras extracciones de cataratas mediante cirugía ocular. Al contrario de Albucasis, Al-Gafequi dictó que las cataratas se trataban de unas membranas que podían ser extraidas. Y así lo demostró.

También es autor de un manuscrito llamado "Guía del oculista" en el que explicaba sus ideas sobre las causas por las que surgen las cataratas. El original de este tratado hoy se conserva en la biblioteca del Monasterio de El Escorial y sigue siendo objeto de estudio por especialistas. (Texto de Córdoba 24)Otro documento  expoliado a Andalucía y a los andaluces.

Al-Gafequi-Córdoba-(Plaza del Cardenal Salazar frente a la Facultad de Filosofía y Letras)-Andalucía-

El Raposo (Huéneja-Granada)

Castril de la Peña (Granada)

Dólar (Granada)

Sierra de cazorla (Jaén)

El Veleta (Sierra Nevada)

La Alpujarra-Pampaneira-Granada

La Alpujarra-Pampaneira-Granada

La Alhambra-Jardines de Lindaraja-Granada

La Alpujarra-Pampaneira-Granada

Macetas en la Alpujarra-Pampaneira-Granada

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